De excursión con el maestro

 Estaba haciendo un calor del carajo, pero con unas copas de más por importó. Él metió su mano en mi escote, sus dedos eran ásperos y mis pezones quedaron erguidos. El semáforo se puso en verde y su mano volvió al volante. Giró a la izquierda y tomó la carretera, luego a la derecha, sin decir nada, ambos sabíamos que era momento de romper esa tensión sexual que tenía meses germinando.

Desde el primer vistazo que le dio a mis nalgas cuando usé el vestido entallado, lo supe sin más. Entramos al cuarto, inspeccioné el lugar mientras él fue al baño, luego fui yo. Oriné y enjuagué mi vagina, por si acaso.

Hablamos tonteras triviales. Luego nos besamos como locos, pero él estaba tenso, supongo que el tabú de alumna y maestro aún mermaba en su psique. Estaba hambrienta de deseo, ese cuerpo de 1.90, brazos gruesos y manos enormes, con pecho velludo me hizo echar a volar por lo que en su pantalón podría ocultar. 

Volvimos a charlar de una y otra cosa, fantaseamos con ser personajes de algún filme, entonces él decidió besarme con ahínco, sus manos masajeaban mis senos y piernas, mientras mi vagina se humedecía rápidamente, solo quería que me cogiera de una vez, pero él me empujó de espaldas en aquél sillón y se deshizo de mi pantalón y calzones.

Puso su dedo justo entre mis labios, tan mojados que se deslizó fácilmente hasta el clítoris, su mirada era la de un lobo hambriento frente a su presa. Sin dudarlo se inclinó y comenzó a lamer suavemente mi vagina, como si de un helado se tratara, hasta hacerme venir una y otra vez. Fue tan delicioso que quise más, deseaba que metiera su, quizás, enorme pene y me cogiera como loco, sin piedad.

Se levantó y fue por los condones, mi corazón latía a mil por hora. Él me pidió no moverme, obedecí y permanecí con las piernas abiertas. Se acercó, lamió sus dedos y masajeó mi empapada concha. Y de repente dijo ''voy a entrar, te portaste mal'', estaba ardiendo en deseo, esperando la cogida de mi vida ''esto te lo mereces'' dijo al tiempo que puso su verga en mi mano.

Sin embargo, lo que toqué me dejó intrigada, a lo mejor fue la punta. Así que la metió. Y nada.

Pues que el enorme pito colosal que imaginé, fue un poco fraude. Era pequeño, aunque satisfactorio. Si bien, su tamaño dejaba mucho que desear, el tipo había aprendido a masajear clítoris con su amiguito, así que igual me hizo gemir.

Las apariencias engañan.

Comentarios

  1. gostei do seu blog! excelente conto! bjs

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  2. La imaginación es un juego de sensaciones que a veces se sobrevaloran, mientras se funden en el espejo de la realidad.

    un blog que me apunto a visitar.

    Saludos.

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  3. el lado positivo es que te hizo orgasmar...

    \m/ Dulce Alba \m/... Beso Poetisa

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